FRAGMENTOS DE UNA ENTREVISTA INTERMINABLE IV

CONTINUANDO CON LOS PERSONAJES DE “PEER GYNT”, ¿NOS PUEDE HABLAR DE SOLVEIG Y SU LARGA ESPERA?

“Al diablo todas las mujeres”, dice Peer, “todas menos Una”. Solveig es la Única, como lo escribe Heinrich Heine en el poema que musicalizaría Robert Schumann para su ciclo: “Los Amores del Poeta”:

La Rosa, la Lila, la Paloma.
Las amé una vez a todas con deleite.
Ya no las amo más, amo solamente
A la pequeña, la fina, la pura, la única;

Ella misma, es toda delicia amada,
Es Rosa, Lila, Paloma y Sol.
amo solamente
A la pequeña, la fina, la pura, la única.

Peer Gynt tiene un atisbo de que la esencia de Solveig es inalcanzable. Pregunta a Ingrid: “¿Cuándo uno te mira hay gozo en el corazón?” pero esta no entiende.
Desde su primer encuentro nace un poderoso vínculo entre Solveig y Peer. La fama de este último lo precedía y al saber su nombre, Solveig se aleja en la fiesta de Hegstad. Peer la ofende envalentonado por la bebida, creyendo que ella se avergüenza de su aspecto de vagabundo, pero Solveig de inmediato aclara que no es así. Ella confiesa el temor a sus padres, quienes son muy estrictos. Peer rechazado decide raptar a Ingrid, la hija del dueño de Hegstad, y todos lo ven partir con ella a cuestas por la montaña, incluso Aase la madre de Peer y Solveig.
Solveig y su hermana acompañan a Aase a buscar a Peer en las montañas, pues la madre teme que los duendes puedan atraparlo. (Él fue bautizado cristiano y los duendes tienen un detector muy fino para esa clase de olores.)
Peer abandona a la mañana siguiente a Ingrid quien lo amenaza antes de volver a casa de su padre. Luego encuentra a unas pastoras llamando a Trond, Baard y Kaare. (Duendes más feroces aún que los Dovregubben.) Días después seduce a una hermosa mujer verde, la hija del rey de Dovre, pero pide auxilio cuando los Dovregubben están por descuartizarlo: suenan las campanas de la iglesia que ahuyentándolos. Viene el encuentro con Böig, relatado la semana pasada, e invoca a la muchacha devota con el libro de salmos, para que arroje su libro al ojo de la creatura. Peer Gynt es liberado despertando con Helga y Solveig su lado, pero fanfarronea y niega la ayuda de Solveig quien sabe que las campanas lo salvaron.
Antes del siguiente encuentro con Solveig, pasan muchas cosas: Aase es despojada de todo y sólo la dejan vivir en su casa hasta que muera. A Peer lo han desterrado al bosque y cualquiera tendrá derecho a dispararle o colgarlo si lo encuentran cerca. También fue amenazado por los Duendes de Dovre que lo atormentan por las noches. Pero Peer es ahora un “hombre trabajador” tiene que abastecerse a si mismo y está terminando su cabaña cuando aparece Solveig: “Dios bendiga tu trabajo, no me rechaces.” Peer está maravillado, ¿cómo es posible que la mujer amada “la única” haya venido a vivir con él. “¿Estás segura?” pregunta Peer. “El camino que he andado no se puede desandar.”
En ese momento Solveig y Peer forman parte de las grandes parejas de la historia del amor: “Romeo y Julieta”, “Paolo y Francesca”, “Abelardo y Eloisa” “Beatriz y Dante” “Laura y Petrarca”, etc. Solveig decide abandonar a su familia e ir a buscar al amor de su vida, al proscrito Peer Gynt. Son responsables de sus deseos y están dispuestos a vivir juntos. Es una historia de amor muy poderosa, que podría culminar aquí, pero Peer va por leña mientras Solveig entra a la cabaña. En el camino encuentra a una horrible mujer con un niño cojo y mencionan que Peer es el padre de la criatura. Este lo niega, pero la mujer dice que es la hija del Rey de Dovre a quien abandonó, y lo amenaza: “si no sacas a la que está adentro, ambas alternaremos contigo…”.
Peer recuerda las palabras de Böigen: “Da la vuelta.” Aunque tuviera sus brazos tan largos como abetos, jamás podría mantener pura a Solveig, por lo que se marcha. Solveig pregunta si viene: pero la respuesta es: “Tendrás que esperar.” A lo que Solveig añade: “esperaré.”

30 años después, Peer con una gran éxito económico y no precisamente moral, encontrará a Anitra, quien lo abandona en el desierto. En Noruega canta “una mujer en la montaña”. Ibsen la mantiene oculta para Peer.
Al final Gynt vuelve a Noruega con 76 años y creyendo que nadie lo espera. Hasta que pasa cerca de la cabaña que construyó y extrañado niega lo evidente, pero escucha cantar a Solveig y con gran dolor constata: “una que ha recordado y uno que ha olvidado…. Y que jamás pueda jugarse de nuevo.” Se refugia en el bosque donde tiene encuentros con seres y presencias de más allá, hasta que comprende que su única salvación es encarar a Solveig y recibir sentencia. Nos encontramos con una elipsis de 50 años, el momento en que decidió partir de noruega para salvar a Solveig y ahora regresa para que ella lo salve. Va derecho a casa pues necesita ser culpado de lo contrario será fundido con las almas de los otros y perderá su identidad.
Peer pide a Solveig dictar su sentencia, pero responde: “Nada malo has hecho mi único amor, convertiste mi vida en un canto de esperanza.” Peer se desespera pues teme perder su esencia para siempre.” Pero Solveig firme aclara que siempre fue él mismo en su fe, su esperanza y su amor. “Madre, Esposa, Mujer sin mancha” dice a la que intercedió por él: “Cobíjame bajo el manto de tu alma.” Aparece el rayo de la luz del día que da por terminado el viaje del duende, y Peer Gynt vuelve a ser él mismo.

Epílogo:
En estos meses anteriores a nuestro estreno: 3, 4 y 5 de noviembre, he sido cuestionado sobre qué mujer esperaría tanto como Solveig. Creo que está hermanada con Senta del “Holandés Errante”, y poseen la sabiduría del llamado del destino. Para mi es una personificación pura de la mujer en el mundo: la redentora, la madre, la mitocondria. Esa Esposa con una madurez, que permite las faltas de su pareja a lo largo de su relación, esperando que vuelva a ella maduro y consciente de que en la relación sólida de una pareja se encuentra el “verdadero Imperio”.
Vivimos otros tiempos, y a veces no es la mujer, sino el hombre quien asume la madurez, pero creo que el ideal es el equilibrio entre perdón y culpa, alternando por una relación que nos acerque al amor verdadero.

Jorge Taddeo

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